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Persigue tu entusiasmo

Alejandro Narvaja
3 min readMar 25, 2018

Cuando hace aproximadamente un año vine a vivir a España, me encontré con que todo lo que había hecho profesionalmente en Argentina no tenía influencia en lo que podría hacer acá. Porque nadie me conoce, ni sabe cómo trabajo, cuántas ganas tengo o si soy capaz de hacerlo bien. Un currículum no puede decirte eso, aunque nos empeñemos en demostrarlo con bonitas palabras y logros destacados.

Ese muro con el que me topé al empezar de cero en un país nuevo para mí, me hizo replantearme muchas cosas. Entre ellas, si quería trabajar de lo que estuve trabajando año tras año. Y la respuesta fue que no. Me di cuenta que lo primero que hice al llegar a Alicante fue empezar a buscar trabajo de lo que siempre hice, en lo que me sentía más confiado, en lo que creía que sería simple entrar.

Pero no lo fue.
Y esa dificultad fue esencial para preguntarme con cuántas ganas estaba de hacer lo que estaba acostumbrado a hacer. Rápidamente noté que con pocas, o casi nulas. Y entonces, como un rayo de claridad mental, supe que era el momento de hacer ese cambio que venía postergando. A veces el empezar de cero da miedo, mucho miedo, pero es de esos miedos que nos empujan a hacer algo al respecto si sabemos aceptarlo.

Y eso fue lo que hice.
Seguía buscando trabajo de lo de siempre, y de otras cosas nuevas que sabía que podrían tener fácil salida laboral, pero orientando mi esfuerzo, mi tiempo y mis ganas en aprender todo lo que pueda sobre esa fuerza interna que me empujaba a ir hacia ahí.

Siempre me sentí atraído por la web. Desde que llegó internet a mi vida fui un consumidor total de ella, y aunque lucho día tras día por analizarla, criticarla, estudiarla y ver cómo nos influye en la vida diaria, siempre me pareció uno de los inventos más maravillosos que se ha gestado. Y naturalmente hay muchas áreas de ese mundo tan amplio, como es internet, que me interesan. Pero hay uno que siempre captó mi atención por sobre los demás.

Y son las páginas web.
Esa ventana que le abrimos al mundo para entrar a nuestro pequeño lugar en algún rincón de la red de redes. Porque si el mundo se mueve absolutamente a lo digital, tener una página web es como tener un piso virtual donde podemos decir quiénes somos, qué hacemos, qué nos gusta o simplemente invitar a conectarnos a quien sienta la necesidad de hacerlo.

Por eso, no es raro verme contemplar diseños, animaciones, formas de interacción o simplemente la creatividad que las personas expresamos a través de ese lienzo enorme que es el código. Y cuando uno vive esa experiencia quiere ser parte inevitable de ella.

Esa es la razón por la que estoy encantado con el desarrollo web, y la misma que hizo que quisiera darle un vuelco a mi vida profesional y reinventarme teniendo más de 35 años de edad. Y vaya que fue y es duro. Pero lo vale, cada paso que doy lo vale. Porque el saber que el ritmo de innovación que hay está siendo imparable, es un motor de entusiasmo que empuja a querer seguir en este mundo.

Y aunque muchas veces sentimos que no nos alcanza la vida ni el tiempo para ponernos al día con todo lo que hay para aprender, creo que es un hermoso mundo el que encierra y del que es muy difícil aburrirse. Pero más allá de lo técnico, que un día puede dejar de ser lo que es, lo que más me está enseñando este proceso es a conocerme más. A desafiarme a mí mismo, a confiar más en mis valores, y a seguir la certeza de que las cosas que se hacen con el corazón, nunca pueden llevarte a ningún lado incorrecto.

Por eso, quienquiera que seas que leas esto, te animo a que persigas lo que tu entusiasmo y tus ganas te marquen, es probable que aún sin certezas ese camino nos haga sentir mucho mejor con nosotros mismos. Y eso siempre vale la pena.

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